Lee este cuento de Nico el pequeño detective y ayúdale a encontrar al ladrón que ha robado el orbe dorado y a descubrir por qué lo ha hecho. En esta historia se hace un homenaje al municipio asturiano de Llanes y a los helados Revuelta que puedes saborear allí mientras admiras sus hermosos paisajes.
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—¡La furgoneta de los helados no está en la playa!
Le grité a mi madre enfadado por no haber encontrado en su sitio aquella furgoneta de color verde y con la palabra “Revuelta” escrita en un lateral, que era el nombre del fabricante de aquellos helados tan ricos. Me había dado permiso para comprarme un cucurucho con dos bolas por haberme terminado toda la comida que habíamos encargado en un restaurante de Llanes, así que os podéis imaginar mi disgusto.

—No pasa nada. Acompañad a Nico a la heladería del puerto y así os dais un paseo que estáis muy perezosos estas vacaciones —dijo dirigiéndose a mi padre y mi hermana que estaban repantingados en el sofá viendo su serie favorita.
Los dos me miraron con cara de “Nico te vas a enterar”, y parecía que iban a zurrarme allí mismo, pero no tuvieron más remedio que seguir la llamada del dedo de mamá que apuntaba hacia la puerta, si tardábamos en obedecerla ya sabíamos lo que nos esperaba. Nos dirigimos desde la playa del Sablón hacia el puerto, mi padre y mi hermana con desgana, y yo siempre un par de pasos por delante de ellos para evitar represalias.

Ah, se me olvidaba presentarme, me llamo Nico, Nicolás Martín Miguelañez si quieres saber mi nombre completo. Soy un niño que para ayudar a los demás me he convertido en un detective, y me he dedicado el último año a buscar casos que resolver, ha sido súper emocionante, nunca me habría imaginado que el hacer de detective me haría vivir tantas aventuras.

Es el mes de agosto y estamos mi madre, mi padre, mi hermana y yo de vacaciones en Llanes, un pueblo muy bonito de Asturias que tiene playas por todas partes y está rodeado de montañas. Hace una semana que vinimos desde Paracuellos, que es donde vivimos, y nos lo estamos pasando pipa, pero lo mejor está por llegar porque dentro de un par de días empiezo un curso de surf, mis amigos se van a morir de envidia cuando se lo cuente. El paseo se nos hizo corto y enseguida llegamos al puerto, donde las fachadas de las casas tradicionales se mezclaban con las coloridas embarcaciones.

—¿Me compras un cucurucho con una bola de chocolate y otra de oreo? —le dije a mi padre delante de la heladería.
Al no recibir respuesta, empecé a sacudirlo. Pero no conseguí moverlo; estaba rígido como si lo hubieran congelado. Miré a mi hermana para preguntarle qué le pasaba a papá, pero me encontré con que ella estaba igual de rígida, como un carámbano. Observé alrededor y todas las personas estaban igual, en la calle, en la heladería e incluso un barco pesquero que entraba al puerto estaba paralizado. Empecé a pensar que era un sueño y que aún estaba dormido, pero una voz detrás de mí me convenció de que aquello era real.
—Honorable Nico los habitantes del planeta Ziralia te saludamos.
Me volví y vi a un extraterrestre alto como un jugador de baloncesto, de color verde grisáceo y con unos brazos largos y delgados. La cabeza temía forma ovalada, y la boca era grande comparada con los hoyuelos pequeños de su nariz, en lo que más me fijé fue en sus ojos grandes y redondos que brillaban como dos faros. Pensaréis que estaría yo muerto de miedo, pero realmente no lo estaba, sería debido a la expresión serena que mostraba su rostro o quizás porque estaría manipulando mi mente para tranquilizarme.

—Hemos venido a requerir los servicios del más grande detective de este planeta —dijo mientras me enseñaba una noticia publicada en Internet en una pantalla que salía de sus manos.
«Nico, el Detective más grande del planeta Tierra, Desenmascara al ladrón de galletas”. Paracuellos de Jarama, 17 de mayo de 2023. En un giro inesperado, Nico Martín, nuestro compañero de clase, ha sido proclamado como el más grande detective del planeta Tierra. Su última hazaña: resolver el misterio de las galletas desaparecidas en el aula de la profesora García. Todo comenzó cuando nuestra profesora notó que su caja de galletas favoritas se reducía misteriosamente cada día. La profesora, molesta, dio un ultimátum de tres días para que el culpable confesara, o si no castigaría a toda la clase, pero nadie asumió la culpa. Justo cuando iba a vencer el plazo de los tres días, nuestro compañero Nico, con su lupa en mano y su gorra de detective, entró en acción. Después de una minuciosa investigación, Nico descubrió unas huellas diminutas en el escritorio de la profesora. Siguiendo el rastro, llegó al rincón más oscuro del aula, donde encontró al culpable: Alvin la mascota de la clase, un hámster regordete con migas de galletas en sus patitas. “¡Eureka!», exclamó Nico. «¡El hámster es el ladrón de galletas!». El pequeño roedor, aparentemente harto de la dieta tan sana de verduras que le estaban dando, era el que había estado disfrutando de las deliciosas galletas de la profesora. ¡Gracias al gran trabajo de Nico la clase se libró del castigo y encontramos al culpable!
Enseguida reconocí la noticia que publicó Jorge, el gamberrete de la clase, para burlarse de mí cuando me vio investigando quien le había roto los pantalones del disfraz de caballero de Jaime en el ensayo de la obra “El dragón que no sabía volar” que preparábamos en nuestro colegio “Virgen de la Ribera” Aquella publicación hizo que se rieran de mí lo que quedaba de curso hasta que nos fuimos de vacaciones. Me puse colorado de nuevo al volver a leer la noticia, pero enseguida el miedo venció a la vergüenza y me dispuse a salir corriendo de allí, pero mis pies no se despegaron del suelo por más que lo intenté.
—No te asustes pequeño terrícola —dijo el extraterrestre —mi nombre es Azan Vorian, soy el consejero del planeta Ziralia, no quiero hacerte daño, sólo pedirte que nos ayudes a descubrir quien ha robado nuestro Orbe Sagrado. Si aceptas ayudarnos te devolveremos después a tu planeta sano y salvo y todo volverá a la normalidad.
Sin mediar una palabra más, aquel extraterrestre empezó a introducir información en mi cerebro utilizando sus poderes telepáticos. Así me enteré como el líder supremo del planeta Ziralia, Zylok Quasar había fallecido recientemente de una enfermedad incurable para su especie, y que, tras celebrar sus funerales, era necesario elegir quien sería su sucesor de entre sus tres hijos Xandor, Lysara y Quillan mediante la prueba del Orbe Sagrado. Pero había un problema:
¡Alguien había robado el Orbe Sagrado!.
Había sospechas de que el ladrón pudiera ser uno de sus tres hijos que hubiera pensado que el Orbe no le iba a seleccionar a él. Empezaron a entrar todas las pruebas del caso en mi cerebro y la información básica del planeta Ziralia, y de sus habitantes los Ziralianos que eran una especie más avanzada que nosotros que había acabado con las guerras, con la pobreza, el hambre y con la contaminación, ya que respetaban y cuidaban su planeta.
También supe que los hijos de Zylok Quasar eran unos adolescentes todavía, pensé que debían ser tan insoportables como mi hermana Sara que no había quien la aguantase ahora a sus quince años. Lo único que me chocó un poco fue que una civilización tan avanzada se creyera que yo era el detective más grande de La Tierra por haber leído una noticia publicada por un niño en Internet. Sería debido a que no existían las fake news en su planeta y todo lo que se publicara debía ser verdad. Me sentí un poco mareado tras haber absorbido toda esa información y tuve que hacer un esfuerzo por no vomitar. Le dije a Azan Vorian que aceptaba la misión, no veía que tuviera otra opción, y además me atraía aquella aventura, miré al cielo buscando una nave espacial que nos llevara a su planeta, pero en su lugar aquel alien me tocó en el hombro e iniciamos un viaje interplanetario instantáneo, las galaxias, estrellas y planetas empezaron a pasar delante de mis ojos a toda velocidad hasta que aterrizamos en la residencia del fallecido Zylok Quasar, ahí ya no pude aguantarme y les obsequié con una vomitona a los Ziralianos, un robot la recogió enseguida y se llevó consigo aquellas fabes tan ricas que me había comido en Llanes.
……
La atmósfera en Ziralia era completamente diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado en la Tierra. Sus edificios eran tan altos que parecían querer tocar el cielo.

El aire parecía vibrar con energía alienígena mientras caminaba por las calles junto a Xandor Quasar, el hijo mayor de Zylok al que elegí interrogar primero sobre la desaparición del Orbe Sagrado. Sus ojos brillaban con emoción mientras me llevaba a presenciar un evento deportivo local.

—¡Terrícola, estás a punto de presenciar un combate de Knucklery uno de los deportes más emocionantes de nuestro planeta! —exclamó Xandor con entusiasmo mientras nos acercábamos a un estadio iluminado por luces de colores brillantes.
También me contó que los Ziralianos hacían dos años de servicio militar para estar preparados para defenderse de unos seres terribles, los Kugoll, que ya habían intentado invadir su planeta en un par de ocasiones, pero siempre les habían rechazado. Estaba deseando tener la edad para poder hacer el servicio militar, y allí poder mostrar su valentía para proteger a su pueblo, mientras tanto se entrenaba en aquel deporte para fortalecer su cuerpo. Dentro, me encontré con un escenario que desafiaba toda lógica terrestre. Dos seres alienígenas, musculosos y de aspecto formidable, se enfrentaban en un ring circular. Parecía ser una variante del boxeo, pero con movimientos y técnicas que desafiaban toda comprensión humana.
—¡Espectacular!, ¿verdad? —gritó Xandor a la vez que reproducía en el aire cada golpe y cada movimiento que se desarrollaba en el combate.
El corazón me latía con fuerza al ver a Xandor mover sus puños a mi lado, mis dedos jugaban, mientras tanto, con el anillo que tenía dentro de un bolsillo.
—Xandor, necesito hablar contigo —le dije, tratando de mantener la calma a pesar de mis nervios —¿reconoces este anillo?
—¿Dónde lo has encontrado? —me preguntó con cara de extrañeza —es el anillo familiar que me regaló mi padre, llevo unos días buscándolo.
—Encontraron este anillo cerca del lugar donde se robó el Orbe Sagrado. ¿Tienes alguna explicación de por qué podría estar allí? —le pregunté.
Me miró con cara de pocos amigos, sospechando que pretendía incriminarle en el robo. Determinado a descubrir la verdad detrás de este misterio alienígena, y a pesar del miedo que me daban los puños de Xandor, continué con mi interrogatorio.
—Xandor, necesito que me digas la verdad. ¿Estás involucrado en el robo del Orbe Sagrado? —pregunté con determinación.
—¿No pensarás que he tenido algo que ver con ese robo? —dijo a la vez que sus ojos grandes se volvían rojo fuego —pues bien, no he tenido nada que ver, y me ofendes si piensas algo así.
Intrigado por su reacción, decidí profundizar más.
—Entiendo que puede ser difícil, pero necesito saber la verdad ¿Qué significa para ti este anillo? —pregunté, esperando desentrañar su conexión con el objeto robado.
Xandor suspiró, bajando la mirada hacia el suelo.
—Este anillo… pertenece a mi familia. Es un símbolo de nuestro linaje real —admitió con voz suave, revelando una vulnerabilidad que no esperaba ver en él —me lo entregó mi padre como hijo mayor para recordarme las responsabilidades de nuestra familia con el pueblo de Ziralia.
—Y ahora que ha muerto tu padre —¿Estarías dispuesto a asumir la gran responsabilidad de dirigir al pueblo de Ziralia.
—Claro que estoy dispuesto a dirigir al gran pueblo de Ziralia, es la labor para la que siempre me ha preparado mi padre, como al resto de mis hermanos —dijo sin dudarlo.
En aquel momento sus grandes ojos se comportaron de manera extraña y empezaron a emitir destellos de varios colores.Sin saber lo que significaría aquello, me disculpé por mis preguntas y me despedí de él, todavía tenía que interrogar a sus hermanos.
……
Fui a buscar a Lysara donde me dijeron que la encontraría: un hospital donde trabajaba de voluntaria situado en el corazón de la ciudad. Enseguida distinguí su figura en medio del bullicio del hospital. Con su piel de tono pálido, casi translúcido, y sus ojos profundos, irradiaba una belleza serena que trascendía las barreras de las especies y los mundos. Su cabello plateado caía en suaves ondas alrededor de su rostro, como una cascada de luz lunar. Cada movimiento que hacía era fluido y elegante, como si estuviera en sintonía con los ritmos más sutiles del universo.

Mientras caminaba por los pasillos, observé cómo Lysara hablaba con los pacientes a los que llamaba por su nombre. Su rostro mostraba compasión genuina mientras ayudaba a los enfermos y heridos, parecía sentir el dolor y la alegría de cada persona que encontraba, no pude evitar notar la tristeza en sus ojos cuando le informaron de la mala evolución de la enfermedad de un paciente. Cuando llegó el momento de interrogarla, me senté frente a ella.
—¿Sabes por qué se encontraba este objeto cerca de donde robaron el Orbe Sagrado? —le pregunté mientras le mostraba un collar de cristales resplandecientes.
—Ese collar es mío, pero no tengo ni idea por qué lo encontraron allí —me respondió mientras yo miraba sus ojos celestes en movimiento que parecían un mar con sus olas.
—¿Le gustaba a tu padre que trabajaras aquí en el hospital? —le pregunté.
—No le gustaba mucho, decía que me quitaba tiempo de mi preparación como futura líder de Ziralia, pero lo aceptaba siempre que cumpliera con mis obligaciones —contestó sin dudar, aquella muestra de sinceridad me sorprendió.
—¿Quién crees que robó el Orbe Sagrado? —pregunté.
—No sé quién puede haberlo robado —dijo sin perder la serenidad.
—Y ahora que ha muerto tu padre —¿Estarías dispuesta a dirigir al pueblo de Ziralia si fueras la elegida? —le pregunté.
—Por supuesto que estoy dispuesta a dirigir al pueblo de Ziralia, es la labor para la que siempre me ha preparado mi padre, como al resto de mis hermanos —dijo.
Entonces, sus bellos ojos empezaron a emitir destellos de todos los colores como antes había sucedido con su hermano Xandor al contestar aquella pregunta. Me despedí de ella, todavía tenía que interrogar a su hermano Quillan.
…….
Encontré a Quillan dentro de su laboratorio, rodeado de extrañas máquinas en las que estaba introduciendo datos.

Le observé un momento antes de comenzar mi interrogatorio, entonces, me dirigí hacia él, le ofrecí estrechar la mano, pero no la aceptó y me miró raro.
—Quillan Quasar, ¿Sabes lo que es esto? —le pregunté.
—Espera un momento —me contestó sin dejarme terminar la frase —estoy calculando las cosechas que tenemos que planificar para alimentar al planeta en el siguiente año.
Quillan estuvo ensimismado un buen rato con sus máquinas hasta que en las pantallas empezaron a aparecer números y dibujos. «¡Cómo no lo he visto antes!», exclamó, entonces activó un comunicador y empezó a hablar por él:
—Hay que ampliar los campos de Venoclavo, e implementar un sistema rotatorio en los campos de Lumebrium para asegurar un suministro abundante y sostenible de alimentos para el próximo año —dijo, cuando terminó la comunicación le volví a preguntar:
—Quillan Quasar, ¿Sabes lo que es esto? —le pregunté mostrándole un dispositivo tecnológico que había sido encontrado en el lugar donde robaron el Orbe Sagrado.
—Si claro, es un Ecto-Estratificador-Neuro-Cuántico, sirve para sintonizar y manipular las fibras cuánticas del espacio-tiempo, lo que le permite crear brechas en el tejido cósmico, facilitando así la transferencia instantánea de materia, información o incluso conciencia a través de dimensiones paralelas. Creo que es mío … he perdido uno recientemente —dijo con timidez, sin atreverse a preguntarme dónde lo había encontrado.
—Este dispositivo —dije, sin ser capaz de repetir su nombre real —ha sido encontrado cerca de donde robaron el Orbe Sagrado ¿No habrás sido tú el autor del robo?
Quillan me miró asustado por mi brusquedad, se alejó un poco y me contestó:
—No he sido yo, ¿Para qué iba a querer robarlo? —dijo desde la distancia.
—¿Aprobaba tu padre que estuvieras todo el día el laboratorio? —pregunté.
—Bueno, él pensaba que era mejor que siguiera la instrucción que me tenía preparada. Sin embargo yo creo que desde este laboratorio puedo usar mejor mis habilidades para ayudar a Ziralia. Además … no me gusta tratar con toda aquella gente del gobierno. Pero antes de que pudiera convencer a mi padre … se lo llevó aquella terrible enfermedad.
—Y ahora que ha muerto tu padre —¿estarías dispuesto a dirigir al pueblo de Ziralia si fueras el elegido? —le pregunté.
—Por supuesto que estoy dispuesto a dirigir al pueblo de Ziralia, es la labor para la que siempre me ha preparado mi padre, como al resto de mis hermanos —dijo, repitiendo la respuesta de sus hermanos.
Entonces, sus ojos empezaron a emitir destellos de todos los colores como antes había sucedido con sus hermanos Xandor y Lysara. Seguía sin saber el significado de aquellos destellos, sin haber sacado nada en claro me despedí de él.
………..
Tras haber entrevistado a los tres hermanos, y haber estudiado las pruebas, concerté una reunión con Azan Vorian, el consejero del planeta Ziralia para confesarle que no tenía ninguna pista sobre quién habría robado el Orbe Sagrado, sin duda se daría cuenta que yo no era tan buen detective como él había pensado.
—Antes de empezar, una pregunta —le dije —me habéis elegido para este caso por ser el más grande detective del planeta Tierra ¿Cómo habéis llegado a esa conclusión?
—Bueno, tras analizar todos los datos de tu planeta no había ninguna otra información que indicara que alguien era el mejor detective del planeta salvo esa noticia que te enseñé, y además muchas personas habían indicado que les gustaba esa noticia y la habían compartido con sus amigos, así que pensamos que esa información debía ser cierta.
Empecé a ver unos ligeros destellos en sus ojos, lo que me extrañó, así que seguí con mis preguntas.
—Pero decidme, como una de las personas más sabias de Ziralia ¿Usted piensa realmente que yo soy el detective más grande del planeta Tierra?
—Si, yo lo pienso así —dijo a la vez que sus ojos siguieron emitiendo destellos de colores, esta vez de mayor intensidad.
Sospeché que los destellos de sus ojos podrían indicar que Azan Vorian estaba mintiendo. Como también habrían podido estar mintiendo Xandor, Lysara y Quillan cuando les pregunté si estaban dispuestos a liderar el planeta Ziralia siguiendo los pasos de su padre. ¿Por qué habrían mentido ante esa pregunta? ¿Quizás Xandor había mentido porque no se creía capaz de soportar el peso de las responsabilidades de ese cargo? ¿Acaso Lysara había mentido porque el trabajo podría implicar acciones que causarían dolor a otros seres? ¿Podría ser que Quillan mintió porque sabía que su timidez y su aversión por tratar con otros Ziralianos lo convertirían en un líder poco adecuado?
Quise asegurarme de que aquellos destellos significaban que estaba mintiendo, así que seguí preguntando.
—¿Sabéis dónde se encuentra el Orbe sagrado?
—¡Desde luego que no! —respondió ofendido —si lo supiera ¿Piensas que te habríamos traído para que nos ayudaras a buscarlo? —los destellos de sus ojos siguieron creciendo, lo cual confirmó mis sospechas.
—Si su objetivo fuera encontrar un ignorante que no pudiera descubrir la verdad, en ese caso, le habría parecido útil traer a alguien como yo.
—¿Qué estás sugiriendo? —me preguntó enfadado.
—Creo que usted ha sido el que ha robado y escondido el Orbe sagrado, Atreveos a negarlo.
—Pues claro que lo niego, estás loco al formular esas acusaciones —esta vez sus ojos brillaban tanto con aquellos destellos que parecían fuegos artifíciales —estás hablando con la persona más fiel a nuestro fallecido líder Zylok Quasar y la persona que moriría por el bienestar de los Ziralianos.
—No lo pongo en duda, y además creo que esa es la razón por la que habéis robado y escondido el Orbe Sagrado —dije.
Al escuchar esas palabras, su expresión cambió de ira a sorpresa. Incapaz de soportar más la tensión que lo consumía, finalmente se desahogó y me reveló toda la verdad. Me explicó que su líder, Zylok Quasar, anticipando el fin de sus días y considerando que ninguno de sus hijos poseía la sabiduría necesaria para gobernar su planeta, le hizo prometer que escondería el Orbe Sagrado. Esto impediría que la ceremonia para nombrar al nuevo líder se llevara a cabo, permitiendo así que su fiel consejero, Azan Vorian, dirigiera el planeta con la sabiduría que este trabajo requería.
—Me imaginaba algo así, parecéis una buena persona. Sólo veo un error en ese planteamiento, puede que los hijos de Zylok Quasar no tengan suficiente sabiduría ahora porque al fin y al cabo son unos adolescentes —me acordé de mi hermana Sara al decir aquello —pero dentro de unos años, alguno de ellos estará suficientemente preparado para ser elegido por el Orbe Sagrado ¿No creéis?
Azan Vorian no supo que responderme, sin duda no se había dado cuenta de ello porque no tenía mucha experiencia en tratar con adolescentes, así que seguí hablando yo.
—Por cierto ¿Sabéis imitar la letra de Zylok Quasar?
—Sí, claro —respondió, ya aliviado de haber contado a alguien los secretos que suponían una carga tan grande para él —he estado siempre a su lado, podría escribir un texto con su letra hasta con los ojos cerrados.
—Pues vamos a arreglar este embrollo —le dije, y él me miró con cara de extrañeza.
……..
Los líderes del gobierno Ziraliano escucharon atentos de los labios de Azan Vorian la carta con la última voluntad de Zylok Quasar, En ella Zylok confesaba que había escondido el Orbe Sagrado porque pensaba que ninguno de sus hijos estaba todavía preparado para ser el líder de los Ziralianos. En su lugar, quería que Azan Vorian, su consejero de confianza, dirigiera el planeta hasta que considerara que sus hijos estuvieran preparados para la ceremonia del Orbe Sagrado. Cuando terminó de leer la carta, Azan Vorian explicó que habían descubierto aquella carta en el mismo sitio donde Zylok Quasar había escondido el Orbe Sagrado que había sido encontrado gracias a la colaboración de Nico, el detective más grande del planeta Tierra.
Entonces todos me aplaudieron, no con las manos, pero creo que escuché aplausos en mi cabeza y me agradecieron el haberles ayudado en aquella misión tan importante. Me ofrecieron cualquier riqueza o poder que yo deseara en agradecimiento por mi trabajo, pero yo les contesté que mi madre me había enseñado que las buenas acciones hay que realizarlas sin esperar ninguna recompensa por ellas, así que les dije que bastaba con que me devolvieran a mi planeta y dejaran todo como estaba antes de aquel viaje interplanetario.
Así sucedió, tras despedirme de Xandor, Lysara y Quillan, Azan Vorian volvió a poner la mano en mi hombro y juntos nos transportamos de vuelta a La Tierra. Las galaxias, estrellas y planetas pasaron de nuevo delante de mis ojos a toda velocidad hasta que aterrizamos enfrente de la heladería “Revuelta” de Llanes. Miré alrededor y todo seguía detenido en el tiempo como lo habíamos dejado.
—Creo que en La Tierra os despedís así —dijo Azan Vorian y me dio un abrazo.
Entonces desapareció, como si nada de aquello hubiera ocurrido, y todo el mundo volvió a la vida de nuevo, el barco pesquero que estaba entrando en el puerto siguió su camino y mi padre entró en la heladería para pedirme un cucurucho de dos bolas, una de oreo y otra de chocolate.
Mientras iba de camino al apartamento, reflexionando sobre la fantástica aventura que acababa de vivir, recibí una colleja inesperada de mi hermana Sara. El golpe me hizo ver las estrellas, y me sorprendió de tal forma que me resbalé y caí al suelo, viendo rodar lo que quedaba de mi helado. Giré desde el suelo, levantando el puño para devolver el golpe, pero entonces cambié de idea cuando vi como mi hermana me ayudaba a levantarme y me pedía perdón porel estropicio causado.
—Te perdono porque estás en la adolescencia, pero espero que pases rápido por esta etapa, por el bien de todos los que te rodeamos —le dije a mi hermana, mientras pensaba en Xandor, Lysara y Quillan.

Recordé que es importante tener paciencia con los adolescentes, ya que están en una etapa en la que les cuesta asumir responsabilidades, tienen la sensibilidad a flor de piel y sienten miedo por todo lo que les rodea.
También esperaba que tuvieran paciencia conmigo, ya que yo sería el próximo adolescente de la familia.